La crisis actual está llevando a las empresas a tener que reinventarse y diferenciarse para poder sobrevivir. En el caso de los pequeños negocios, esta situación puede ser más crítica ya que son los que realmente lo están pasando mal. En todos los sectores las pequeñas y medianas empresas sufren las consecuencias de una crisis que les deja sin clientes que puedan consumir sus productos, y así es muy difícil que puedan mantenerse a flote.

En sectores como la restauración esto es todavía más acusado, puesto que hay muchísimos competidores y poca gente dispuesta a pagar una comida que bien podría hacerla en casa por un precio inferior. En concreto, en España en el 2013 había 79.397 restaurantes en España, o lo que es lo mismo,  un restaurante o bar cada 588 personas.  Esto indica que sólo puede sobrevivir el que se diferencia y consigue destacar por encima de sus competidores. Y más en un sector en el que es difícil fidelizar a los clientes debido a la cantidad de oferta que tienen a su alcance.

¿Y cómo puede un restaurante diferenciarse?

Si la clave para sobrevivir es diferenciarse de la competencia, el restaurante tendrá que ofrecer algo que los demás no tengan. Una buena decoración, una comida exquisita, un trato excelente en el servicio, unos productos de primera y un precio acorde a lo que se les está ofreciendo es algo que puede hacer que los clientes se decidan por ellos a la hora de consumir, pero aún hay más. Ofrecer originalidad a la hora de cocinar los platos.

Una buena forma de obtener esta originalidad sin modificar la base de sabores de platos más tradicionales, como podría ser un arroz de marisco, por ejemplo, es cocinar el plato en una cataplana.

Las cataplanas para restaurantes pueden ser una forma de generar curiosidad en los consumidores, que van a comer un plato que ya conocen, cocinado de forma más original, sana y sabrosa que la habitual. Llevar a la mesa la propia cataplana con el plato listo, humeante y con el aroma que desprenden sus propios jugos y que el comensal pueda disfrutar de comer en ella, puede ser un arma infalible para ganar la diferenciación que necesitan.

Porque el que paga para comer en un restaurante quiere hacer de eso una experiencia y poder disfrutarla con sus amigos y familiares. Seguro que los comensales se acordarán y compartirán con sus amigos  el plato que comieron en tal restaurante directamente de la cataplana, ese utensilio portugués que a modo de olla a presión cocina los alimentos en su interior cerrado herméticamente.

¡Qué mejor que comer algo rico y sano de una forma original!

 

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